La obra analizada -”Sobre los problemas sociales”- tiene la particularidad de haber sido expuesta en primera instancia en las conferencias del autor en sus cátedras del año 1920. Está dividida en tres conferencias en las cuales Vaz Ferreira expone las razones que él supone son fundamentales para entender y “resolver” los problemas sociales. Se analizará el texto en sus principales aportes y conceptos. A lo largo del análisis veremos a un Vaz Ferreira de pensamiento independiente que utiliza teorías e ideologías aportadas por otros pensadores como simple punto de partida. Su preocupación consiste en “resolver” de la manera más práctica posible, y para ello hace continuas reformulaciones y conciliaciones en las teorías ya existentes para llegar a una fórmula que simplifique la comprensión y la acción.
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Biografía del autor
Carlos Vaz Ferreira nació en Montevideo el 15 de octubre de 1872. Ingresó a la Universidad en 1888 y se graduó de abogado en la Facultad de Derecho en 1903. En 1897 ganó por concurso la cátedra de Filosofía de la Universidad. La cátedra desde entonces fue su modo normal de expresión. El profesor prevaleció sobre toda otra forma de manifestarse su espíritu creador. La mayor parte de sus libros, antes que escritos, fueron expuestos en la cátedra.
Vaz Ferreira, más que una filosofía nueva, introdujo en la enseñanza una postura independiente y abierta, fuertemente criticista y especulativa, condenatoria de todos los dogmatismos de la escuela. Esta actitud, mental y moral, presidirá luego, toda su producción.
Su bibliografía es muy amplia, he aquí una lista de sus principales obras:
Curso de Psicología elemental (1897)
Ideas y observaciones (1905)
Los problemas de la libertad (1907)
Moral para intelectuales (1909)
Lógica Viva (1910)
Lecciones de pedagogía y cuestiones de enseñanza (1918)
Sobre la propiedad de la tierra (1918)
Sobre la percepción métrica (1920)
Sobre los problemas sociales (1922)
Sobre el feminismo (1933)
Fermentario (1938)
Los problemas de la libertad y los del determinismo (1957)
Como filósofo ha logrado un estilo propio, original, de peculiar vigor expresivo.
Otra peculiaridad de su producción filosófica es su fuerte impregnación científica. La ciencia pura ha tenido en Vaz Ferreira a uno de sus más calificados intérpretes. Fue un humanista auténtico, demostró siempre preocupación por lo concreto, por lo inmediato, arista singular en un espíritu esencialmente especulativo, que lo colocó en el más alto plano la relevancia y la eficacia de los estudios desinteresados.
Desarrollo del análisis
Vaz Ferreira comienza su obra interrogándose “El problema social ¿se puede resolver? y ¿en qué sentido?”. Con solo ver el comienzo se ve claramente que el autor se propone no sólo analizar, sino buscar alternativas de solución a los problemas en cuestión, allí queda a la vista el espíritu de hombre práctico. Además plantea una primera “tesis”, “El problema social sería un problema de acción y de ideal... y he llamado normativos”. “Estos problemas... difieren de los explicativos, de conocimiento o constatación; y, mientras en los explicativos la solución puede, práctica o al menos teóricamente, ser perfecta... no suele suceder lo mismo en nuestros problemas normativos: solución tiene, aquí, otro sentido, y la posible puede ser solamente una solución de elección, no forzosamente perfecta...”
El autor propone que en el ámbito social las soluciones no son perfectas o definitivas sino que son de elección, lo cual implica el saber que en cada toma de decisiones hay ventajas y desventajas, o ganadores y perdedores, aunque él prefiere decir que para los problemas de orden social las soluciones deberían ser perfectas. Vaz Ferreira (de ahora en adelante VF) admite que asumiendo la complejidad que implican los problemas sociales se deberían tener en cuenta que las soluciones deben ser admitidas como lo que él llamó soluciones de elección.
Para ello establece un método que supone la existencia de tres momentos: “primero, previsión y consideración de todas las soluciones posibles; segundo, determinación y comparaciones de las ventajas e inconvenientes de cada una de las soluciones; y, tercero, elección”.
Para VF no cabe duda alguna que ese es el método a seguir en la búsqueda de la solución pero sin olvidar que en todo caso se tratará de “soluciones de elección”.
Como se dijo anteriormente, para el autor las soluciones perfectas no son posibles teniendo en cuenta la complejidad de los problemas sociales, y cualquier persona que comience a investigar sobre posibles soluciones corre el peligro de “descorazonarse” ante la inmensidad de dudas, conflictos y contradicciones. Para no caer en tal dinámica, el autor propone al menos “reducir el mal”, por tanto se propone demostrar que en lugar de que exista una oposición y lucha constante (entre socialistas, anarquistas, conservadores) lo necesario es que “los espíritus comprensivos, sinceros, humanos, pueden y deben estar de acuerdo sobre un ideal suficientemente práctico, expresable por una fórmula, dentro la cual caben grados “.
Aquí radica el nudo de la preocupación de VF en esta obra, el autor se propone en tres conferencias delimitar las oposiciones polarizantes para quedarse con tan solo un espacio de discusión, en suma, llegar a una conciliación más allá de los rótulos dogmáticos que poco aportan a las soluciones.
Para ello VF comienza a desarrollar el concepto de que la lucha fundamental se da en dos tendencias polarizantes: “la tendencia individualista y la tendencia socialista”.
Aquí el autor se basa en los diferentes paradigmas aportados por autores como Max Weber para definir las características del individualismo que perfectamente pudieron ser extraídas de la obra “La ética protestante y el espíritu capitalista”, en lo que respecta al socialismo está claramente identificada la visión de Karl Marx en su obra “Manifiesto del partido comunista”.
En cuanto a la tendencia individualista, el autor reflexiona y comenta que esta produce al mismo tiempo simpatía y antipatía; simpatía porque favorece el desarrollo de la personalidad y además sirve de protección del derecho fundamental de la libertad, que él mismo define como “uno de los determinantes de nuestra especie”, es a la vez generador de tendencia fermental y brinda posibilidad de progreso. La antipatía, por su parte, sobreviene fundamentalmente por la dureza que conlleva el individualismo, genera entre otras cosas una desigualdad excesiva y trae consigo una gran predominancia de lo económico en la vida del ser humano. Finalmente, es necesario recordar que la tendencia individualista es parte fundamental del régimen actual que ha demostrado con varios ejemplos que no se lo puede considerar la “fórmula” que busca definir el autor.
Por su parte la tendencia socialista produce igualmente efectos simpáticos y antipáticos. Simpático por ser humanista, por alentar la fraternidad, la bondad, por defender a los menos privilegiados y fundamentalmente por oponerse al régimen actual.
Antipático en cambio por las limitaciones para la libertad, la tendencia igualante y especialmente por carácter utópico que implicaría un cambio psicológico demasiado profundo en el pensamiento humano. Esa misma dificultad implicaría asumir dos caminos: “la utopía psicológica o la tiranía”. Según VF existe además un tercer plano, que aun suponiendo la existencia de una organización perfecta esta misma actuaría como algo antifermental que trae consigo una la idea de algo fijo, detenido; tendencia que hoy en día vemos claramente en sociedades como la cubana en la cual en muchos aspectos parece verse atrapada en “otro tiempo”.
Así es que VF se aferra al estudio de la problemática independizado de las teorías tales como existen hasta el momento. Propone analizarlas directamente y esperando que los hombres más allá de las oposiciones en la cual se desarrollan cotidianamente consideren necesario llegar al menos a un acuerdo parcial, sin perjuicio de la discusión en cuanto al resto. Así llega al nudo central de su teoría “yo opino que ese acuerdo habría de realizarse sobre una especie de fórmula que se expresaría así: Algo asegurado al individuo (a cada uno, y como tal: por ser hombre); y el resto, a la libertad. Y opino que esa fórmula debería ser común a todos los hombres de pensamiento y acción, y la base de todas las teorías; cabiendo la discusión sólo sobre el grado de lo que habría de asegurarse pero no sobre la fórmula “.
En consecuencia su teoría propone que a cada individuo se le debe asegurar al menos un mínimum, hasta cierto grado, incluso hasta cierto momento para luego dejarlo a la libertad; por consiguiente la discusión se trasladaría a establecer los límites entre el mínimum asegurado y el “abandono” a la libertad; sin dejar de lado que a nadie quiere sacrificar del todo la libertad y tampoco la igualdad. Es decir todos necesitamos de ambas cosas, necesitamos un mínimo de igualdad asegurada, un punto de partida con ciertas garantías, y luego también necesitamos un espacio para la libertad, para el desarrollo personal, para la individualidad.
VF hace su ponencia sobre su teoría resumiéndola gráficamente “el núcleo interior, A, es lo que indiscutiblemente debe asegurarse a cada individuo. La corona exterior L, es lo que indiscutiblemente debe dejarse a la libertad. La corona intermedia, D, es lo solo discutible”.
El círculo central, A, supone el punto de partida. Este debería comprender al menos los aspectos básicos como: educación, defensa del individuo, educación corporal, espiritual y salud para al menos comenzar la lucha. Allí VF reconoce otro derecho que debería ser tenido en cuenta en ese punto de partida; y es el derecho a la tierra de habitación, es decir al derecho a “estar” en el planeta. El autor se concentra en la discusión de este asunto demostrando que se trata de una cuestión no tenida en cuenta pero aun así determinante, debería ser un derecho fundamental, un espacio en el planeta sin precio, ni permiso, asegurado a cada individuo.
Según el autor este núcleo de seguridades debe ir acompañado con una obligación del individuo de devolver con un mínimo de trabajo social.
VF se propone confrontar su ideal con el orden actual, para ello identifica tres puntos fundamentalmente discutidos en el orden actual: “la herencia, la propiedad de la tierra y el capitalismo privado”. Con respecto a la herencia el autor observa que atenta enormemente con su fórmula ya que la desigualdad en el punto de partida es demasiada.
Sobre el otro punto -la propiedad de la tierra- VF se permite hacer un análisis más detallado y extenso. Para el autor, la propiedad de la tierra tal como está organizada hasta hoy, no tiene en cuenta que se trata de un recurso natural, pero además combinada con la herencia compromete hasta la privación a los individuos de las generaciones siguientes, y tomando otro tipo de acciones, también se puede incurrir en la supresión de los derechos de los individuos actuales, que es precisamente lo que hace el régimen presente. Sin caer en lo paradojal, VF observa que tanto la propiedad de la tierra como la herencia surgen de las doctrinas individualistas, pero éstas sacrifican los derechos de los individuos actuales como los de las generaciones futuras, y sobre eso sostiene que “el verdadero punto de vista del individualismo debe ser establecer distinciones en el herencia”.
El otro punto por el cual es atacado el orden actual es el capitalismo privado que establece dependencia de algunos hombres con respecto a otros y que fomenta una división en dos clases, donde una es explotada por la otra -aquí queda claramente la visión marxista para trabajar esta idea- y que genera entre otras cosas una gran desigualdad en el punto de partida. Para VF “esta demasiada desigualdad en el punto de partida, ha llegado a forzar el sentimiento y hasta la inteligencia de la humanidad. Sólo por eso pueden no sentir muchos lo que se representa, en lo material, esa obligación de unos hombres de trabajar toda la vida en las condiciones más penosas para obtener lo que otros, por una organización establecida de antemano, reciben y mantienen sin esfuerzo alguno”. Este podría ser el punto de partida de los círculos de pobreza. Algunos individuos deben trabajar durante toda la vida y quizá en situaciones penosas para alcanzar lo mismo que otros, que por el simple hecho de nacer y crecen en una situación en un medio económico favorable, pueden obtener lo mismo y mucho más, con un mínimo de esfuerzo. Visto desde este punto de vista –materialista- las condiciones en que se desarrolla cualquier ser humano condicionan su futuro, su desarrollo, sus acciones y hasta su pensamiento.
Expuesto esto, el autor llega a la conclusión de que allí tiene el primer límite de su fórmula, es decir el límite desde el punto de vista de la individualidad, de la libertad.
VF se propone hacer un análisis más profundo sobre la tendencia socialista; considera que existen al menos tres grados de socialismo.
El grado extremo lo denomina de tercer grado y consiste básicamente en la igualación total, socialización de todo. Luego denomina socialismo de segundo grado a un socialismo parcial, más o menos marxista que consiste en socializar los medios de producción. Por último le otorga el nombre de socialismo de primer grado que consiste en teorías restringidas, programas mínimos o proyectos especiales.
Para el autor el socialismo de segundo grado se muestra bastante tentador al pensamiento, porque además según él tiende a liberar al hombre de lo económico y comenta que “sería interesante en lugar de presentar la doctrina socialista como hoy se hace, como una doctrina demasiado materialista y demasiado economicista, al contrario, esta tentadora defensa presentaría a la doctrina socialista como una doctrina de espiritualidad”. Aun así, se percata de que haciendo un análisis en profundidad el socialismo parece inconcretable, porque según él, queda a la deriva entre la utopía psicológica y la tiranía; además sería fijante y desventajoso para los más activos y enérgicos si hubiera demasiado bienestar asegurado.
Con respecto al socialismo que él llamó de primer grado, lo considera como un recurso interesante, sabiendo que se trataría de la socialización de lo más básico y por tal pasa a llamar esta ideología como socialización de lo grueso (lo básico). “Lo grueso” tiende a crecer junto con la civilización, es decir cada vez se comprenderá más en esta categoría, y, como consecuencia lo no asegurado, lo libre, se ensanchará también. El autor considera esta ideología con posibilidades concretas de llevarla a la práctica; y este constituye el segundo límite de su fórmula.
De esta manera, VF ha dejado su fórmula encerrada entre dos límites en donde las diferencias deberían ser sólo de grado, por lo tanto propone que “todos… deben estar de acuerdo sobre esta fórmula general: buscar para el individuo como un punto de partida asegurado, y dejar al resto a la libertad”
De aquí en más el autor se propone aclarar lo “referente a la lucha de clases, y la referente a la relación del trabajo intelectual con el manual”.
Para VF la “lucha de clases” –burguesía versus proletariado- es una idea simplista que no ayuda, no aporta a la resolución de los problemas. La define como una división esquemática que tiene ciertas ventajas, principalmente para pensar y exponer; pero a su vez la acusa de causar inconvenientes: “simplismo y desconocimiento de grados y de transiciones”. A partir de esta visión esquemática cualquier solución o reforma tiene la simple tendencia de poner unos individuos en lugar de otros.
Sabido es que el proletariado consiste básicamente en el trabajador asalariado, y en la división corriente, el burgués comprende al industrial, comerciante, todo capitalista, terrateniente, trabajador o no.
El autor hace una división de clase que considera más conveniente desde su punto de vista: la de los que trabajan y la de los que no trabajan. “Así se vería que un heredero que vive exclusivamente del dinero del padre o del suegro, sin hacer nada, no está en la misma clase que, supongamos, un descubridor científico”.
La clase trabajadora además para VF está dividida en otras tres clases sociales: el trabajo puro, el trabajo impuro y el no trabajo.
El trabajo puro es el corporal y el intelectual que no se complica con el capital. El trabajo impuro consiste en una clase intermedia que es todo aquel trabajo que se complica con el capitalismo: empresarios, comerciantes, etc. Finalmente el no trabajo, que comprende todos aquellos casos en que la organización presente permite que ciertos individuos no tengan ni la necesidad, ni la obligación de trabajar.
Según el autor la verdadera discusión debería limitarse a lo que respecta el trabajo impuro porque genera demasiada desigualdad y dependencia; da a algunos hombres el poder para generar sufrimiento y además especular sobre el sufrimiento. Es por eso que VF propone limitarlo, intervenirlo, y procurar delimitar sus inconvenientes por medio de reglamentaciones. Sin perjuicio de esa discusión “el acuerdo debería ser moral e intelectualmente forzoso, de un lado, en cuanto al trabajo puro para respetarlo; del otro, en cuanto al no trabajo, para combatirlo”. Lamentablemente no ocurre así, la tendencia revolucionaria es la de atacar todo el trabajo que no sea manual, por lo contrario la tendencia conservadora intenta defenderlo; así está planteado el conflicto y así tiende –según VF- a polarizarse la lucha social en los próximos tiempos.
Para el autor todo pensamiento revolucionario nacerá condenado si no se entiende que el trabajo intelectual debe ser defendido tanto como el manual. Todo trabajador hace tanto el trabajo manual como intelectual al mismo tiempo, la transformación de cualquier objeto, obra de arte, etc. implica el compromiso manual e intelectual porque “el trabajo corporal es trabajo espiritual materializado” ; tal es así que en algunas profesiones no es fácil determinar si el trabajo llevado a cabo tiene un origen espiritual o manual.
Conclusión
A lo largo de la obra VF hace importantes aportes ideológicos y teóricos que tienen como principal logro la reformulación y la conciliación de teorías existentes hasta ese momento.
Queda claramente definido como pensador independiente con una clara vocación para la búsqueda de soluciones prácticas a los problemas existentes y de orígenes variados.
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