Habitualmente los estudiantes de las carreras docentes debemos escuchar largos discursos de nuestros docentes sobre la reproducción en las prácticas educativas. Estos discursos, vienen respaldados por toda una serie de corrientes pedagógicas fundamentalmente vinculadas con el constructivismo (Piaget, Vygotsky, Ausubel) o la pedagogía crítica (Freire, Giroux, Bourdieu-Passeron).
Pero cabría preguntarse, ¿por qué razón se da la reproducción de las prácticas educativas?, ¿Por qué los docentes de manera natural, casi inercial, reproducen modelos de enseñanza?, ¿Existe algún tipo de “fuerza superior” que lleva a repetir prácticas históricas correspondientes a otro tiempo histórico, otro siglo?, ¿Por qué se puede hablar de inercia en la práctica?, ¿Los padres de los estudiantes están dispuestos a exponer a sus hijos a otro tipo de prácticas que busquen resultados diferentes?, ¿Los estudiantes están dispuestos a nuevas metodologías?, ¿Cuáles son las prácticas docentes valoradas positivamente en el imaginario colectivo?, ¿Quiénes son aquellos que estudian la carrera docente?, ¿Cuál es su perfil?
En Uruguay la carrera docente tiene un sistema de funcionamiento, un plan, que de forma implícita o explícitafavorece a aquellos estudiantes de docencia que proceden de la secundaria, aquellos recién egresados que en su gran mayoría se encuentran entre los 18 y 20 años de edad. El plan de estudio vigente para las carreras de formación docente (2008) consiste en una gran carga horaria que se complementa con horas de práctica a contra turno y con una gran cantidad de materias para cada una de las especificidades. Las materias a cursar son en todos los casos anuales, salvo raras excepciones como seminarios y talleres. En ese sentido, la carrera docente tiene un perfil liceal y en eso están todos de acuerdo, tanto docentes como estudiantes. Los centros de formación para la docencia son: IFD (Instituto de Formación Docente) que se dedican exclusivamente a la formación de maestros de escuela primaria y preescolar; IPA (Instituto de Profesores Artigas) que se dedica a la formación de profesores en todas sus especificidades y que nuclea a estudiantes de docencia de Montevideo y área metropolitana; por último se encuentran los CERP (Centros Regionales de Profesores) que al igual que IPA está dedicado a la formación de profesores de secundaria en todas sus especificidades y situados en diferentes regiones del país siendo en total seis. Este último merece especial atención ya que a diferencia de IPA e IFD, los CERP fueron creados en el años ‘90 con la finalidad de expandir la carrera docente hacia el interior del país, aumentar el número de profesores titulados y atender la demanda del interior históricamente desatendida.
En su mayoría (salvo alguna excepción) estos centros de estudios cuentan con turnos de estudio matutinos
y vespertinos, en el caso de las excepciones cuentan con un turno nocturno. En primera instancia esto no
parece ser un tema relevante, pero observando detenidamente podemos notar que esa lógica de turno matutino y vespertino no permite que el estudiante de docencia pueda compatibilizar sus carrera con una jornada laboral. Es por esta razón que es poco frecuente encontrar entre los estudiantes personas de una edad superior 25 o 30 años y que tenga además la necesidad de trabajar para sostenerse. Si bien cada año podemos encontrar ejemplos de que sí existen estudiantes con ese perfil, tranquilamente se puede asegurar que es un porcentaje muy reducido de la población estudiantil.
Por lo tanto, quienes tienen más oportunidades de llevar adelante esta carrera son aquellos estudiantes
jóvenes, que quizá aún no tengan la imperiosa necesidad de trabajar para autosustentarse, aquellos que tengan un respaldo familiar que los exima de trabajar y puedan dedicar tiempo completo a la carrera. Además, son también este perfil de estudiantes quienes tienen más posibilidades de recibir becas económicas, de residencia o alimenticia. En términos generales, aquellos estudiantes que superan determinada edad quedan excluidos de la posibilidad de recibir una beca.
Pero, ¿por qué deberíamos preocuparnos que los estudiantes de docencia sean muy jóvenes? Pues esta
es una de las cuestiones centrales en la reproducción. Todos estos estudiantes de docencia que llegan
entre los 18 y 20 años, en términos generales no tienen mucha experiencia en el mercado laboral y no han
tenido una gran experiencia de vida dada su corta edad. Por lo general, podríamos decir que han entrado a
un salón de clase a los 4 años, han salido de la primaria y han entrado a otro salón de clase a los 12 años para hacer la secundaria. Cuando salen de la secundaria con 18 años han ingresado a la carrera docente para ser maestro o profesor, y cuando terminen su carrera a los 23 o 22 años su titulación les dirá que están listos para volver a ingresar en un salón de clases pero ya con un rol docente, guía y ejemplo de otros jóvenes. Entonces podríamos preguntarnos ¿qué ejemplo, qué guía para otros más jóvenes puede llegar a ser una persona que no ha salido nunca de un salón de clase? Su visión del mundo se podría figurar a través de una metáfora: ¿qué puede cambiar del sistema educativo una persona que durante toda su vida ha visto el mundo a través de una ventana de un salón de clases?
Pues, aunque resulte un poco duro, y los ejemplos estén llevados al extremo para graficar, se debe decir
que se vislumbra difícil cortar con la reproducción de las prácticas educativas, cualesquiera sean estas,
cuando gran parte de su experiencia vital ha sido dentro de un salón de clases en el cual tales prácticas
educativas han sido las que se han llevado a cabo y, por lo tanto, las únicas que el estudiante ha conocido
y aprendido, más allá que desde el discurso formativo se fomentará romper con las mismas.
Por esta razón es conveniente pensar que el sistema educativo es en gran medida un sistema endogámico. Por lo mismo tiende a ser un sistema independiente del resto, separado del “mundo externo”, del mundo fuera del salón de clases. La visión docente se desconecta del sentir del resto de la sociedad y en cierta medida alienado de esta. Esta puede llegar a ser una de las causas de la falta de entendimiento entre la sociedad en su conjunto y la tarea docente. ¿La sociedad en su conjunto entiende y valora la tarea docente? Ahora bien, el docente ¿entiende las necesidades y la visión de la sociedad en su conjunto?
Convendría hacer un análisis comparativo con otras profesiones. En cualquier otra profesión u oficio, la etapa de estudiante y la vida dentro de una institución educativa significa sólo una parte del trayecto de cada individuo. Así es que un médico estudiará 18 años y luego trabajará en un hospital, un abogado estudiará el mismo tiempo y desarrollará su carrera profesional en los tribunales, un licenciado estudiará 16 años y desarrollará su profesión en varios ámbitos de la vida dependiendo de su especificidad, al igual que cualquier oficio que tendrán una etapa de estudiante que rondará en el mejor de los casos en 15 años y luego desarrollará su oficio en variados espacios de la vida. Por contrapartida el docente, estudiará 16 años pero desarrollará toda su carrera profesional dentro de una institución educativa. El docente, visto de esta manera, habrá ingresado a la institución educativa a los 4 años y habrá salido de ella el día en que se jubile. Escalofriante, ¿no?
Esta reflexión merece un tratamiento multidimensional. Es cierto que todas y cada una de las profesiones que desarrolla cualquier ser humano existe una tendencia a la alienación, y digamos que ésta, es una condición inherente al ser humano. Cualquier sujeto tiende siempre a priorizar su mirada, el cumplimiento de su rol en la comunidad, dejando de lado la empatía y la comprensión de los otros y su situación. Pero esta condición humana se profundiza en la educación. A su vez, la educación es una profesión esencialmente humana que trabaja con sujetos en general dispuestos a escuchar, y en donde cada una de las palabras, ideas y actitudes del docente se amplifican, adquieren significados y consecuencias deseadas y no deseadas. En ese sentido, el poder y la responsabilidad del docente es muy grande.
Diferentes son aquellas profesiones que no tratan tan directamente con otras personas y que en cierta medida el “daño” puede ser menor.
Según Althusser, la reproducción es necesaria para la subsistencia del sistema. Un sistema que no se reproduce a sí mismo tiene una vida corta. Incluso aquellas personas que ingresan en una organización necesitan recorrer ese “camino de aprendizaje” en el cual se le enseña “las tareas que le corresponden a su función”. Así es como funciona el sistema de “derecho de piso”; el grupo consolidado somete al “novato” a la reproducción del sistema vigente de la organización. Aquel que no logre reproducir adecuadamente, es objeto de rechazo del grupo, a tal punto que quien no logre el correspondiente “acoplamiento” al ritmo y sintonía corre riesgo de ser expulsado del mismo. Visto desde ese punto de vista, la reproducción se vuelve una necesidad vital para el individuo integrante del sistema, de lo contrario sería expulsado.
En ese sentido, el sistema educativo lleva adelante una práctica que se va cerrando a los aportes del “mundo externo”, que desencadenan un empobrecimiento del sistema en sí mismo, una suerte de autofagia que trae como consecuencia un debilitamiento lógico.
Los argumentos del sistema tienden a empobrecerse, en una suerte de encierro, de un camino en espiral con recorrido hacia el centro, cada vez más nucleado y cerrado, y, cada
vez más distante del “mundo externo”.
La endogamia educativa arroja nuevos “hijos” al sistema, que por razones obvias de pertenencia, están destinados a reproducir de generación en generación aunque se pierda todo el sentido, se alejen totalmente de los objetivos iniciales para el que fue concebido. Se genera una suerte de descontextualización que se ve reflejado en las estadísticas de deserción y resultados académicos .
La educación como pilar fundamental en el desarrollo de una sociedad debe “alimentarse” de los ámbitos externos para estar a la vanguardia en sociedades en que los cambios se producen cada vez a velocidades más altas. La educación como ámbito sistémico debe tener una mirada abierta, en permanente discusión y revisando su currículum de manera frecuente.
Existen ejemplos en Uruguay (seguramente en otros países igual) en el cual se puede hablar de una suerte de territorialización de la educación. En ciertos casos concretos se puede observar como en un entorno no superior a 200 mts se encuentra: una institución educativa primaria, una institución educativa secundaria y otra de formación docente. En este caso, una persona que decide hacer la carrera docente, a lo largo de su formación académica se mueve en un territorio comprendido en menos de 200 mts. lo que demuestra en sentido territorial hasta qué punto la educación tiende a ser endogámica.
Los objetivos de la educación
Si bien es cierto que en la actualidad la educación es parte y moneda corriente de la discusión política, y a su vez, parte importante de las políticas públicas, nunca ha sido su objetivo evaluarse en término de porcentajes. El objetivo educativo en sus inicios, nunca fue que el 100% de los estudiantes terminara la secundaria. Esa idea, en términos de porcentajes y números, corresponden a una ideología vinculada a la eficiencia y a los objetivos implantados principalmente por el pensamiento moderno e industrial.
El objetivo primero de la educación, ha sido siempre integrar al sujeto a la vida en comunidad; comprenderla, interrelacionarse, entender sus códigos para integrarse de manera natural. La educación es una tarea esencialmente humana que trasciende las ideologías políticas, económicas y de cualquier otra índole. Ha existido mucho antes que la ciencia y todas las fragmentaciones que el hombre moderno ha hecho a lo largo de la historia. Por tanto, cuando hablamos de educación no debemos pensar en términos de porcentajes, sino más bien, en individuos integrados a una sociedad que tiende a desintegrarse. Para ello, debemos preguntarnos qué enseñamos y para qué.
Como sabemos, el aprendizaje de cualquier sujeto tiene una raíz experiencial. El ser humano como especie aprende de su interrelación con el entorno y a partir de las preguntas que surgen de esa interacción. Es por lo tanto la vida misma en su quehacer cotidiano que nos enseña. La educación formal surgió como un mecanismo de organización y sistematización de los conocimientos. El aula debió haber sido el espacio donde un sujeto subsane todas aquellas dudas a las que se enfrente en la práctica de la vida. El problema de la educación de los últimos 100 años es que el aula y los contenidos se han convertido en un fin en sí mismo, separando al sujeto de la experiencia.
Posibles soluciones
Los docentes no deben sentirse atacados ni menospreciados por esta idea. Sino que por el contrario deben tomarlo como una oportunidad de desarrollo, en definitiva no son artífices de esta situación, sino que son “víctimas” de un sistema que ha perdido sus objetivos y que representan la ideología de la modernidad.
Una posible solución para evitar el movimiento endogámico, es buscar alternativas de vinculación con el medio a lo largo de todo el desarrollo educativo del sujeto. El trabajo en el medio y su vinculación con él debe ser una práctica cotidiana. En cierto sentido se trata de “expandir los límites del aula”, derribar las barreras-paredes que separan el adentro del afuera. Esa idea debe ser central en la propuesta pedagógica de la institución educativa a todos los niveles. Desde la educación primaria, donde se están resolviendo problemas elementales, pasando por la educación secundaria donde los conocimientos se sistematizan y se organizan; y luego en la formación docente donde se “aprende a enseñar”, donde los estudiantes de esta carrera deben mantenerse conectados con el entorno a través de investigaciones, participaciones variadas en actividades de la comunidad, y manteniendo de todas las maneras posibles, el vínculo con las diferentes dimensiones del “medio”. Sólo de esa manera se podrá romper con ese espiral endogámico. La formación docente vista de esta manera, posibilita a que el propio docente en su praxis tome esas mismas metodologías para realizarlas en las instituciones en que desarrolle su profesión.
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