Esta reflexión es sólo un capítulo de una mucho más amplia y más abarcativa en sus
temas. Fue escrita en mayo de 2020 y hasta ahora no habían visto la luz. Aprovecho
mi primer artículo en el blog para hacerlo público.
La pandemia de covid-19 comenzó a fines de diciembre de 2019 en Wuhan, China. Si bien las
primeras informaciones aparecieron a principios de enero, nadie pudo imaginar cuáles serían las
consecuencias y cambios que generaría en poco más de un mes. La acciones tomadas por la sociedad
en su conjunto, así como de los gobiernos de cada país son objeto del análisis que se realizará a continuación.
Se podría decir que la pandemia nos conectó con los sentimientos más arcaicos como individuos,
así como nos hizo cambiar todos aquellos hábitos adquiridos durante los últimos siglos y ese
vínculo con la modernidad y la industrialización. La afectación ha sido total. Ha modificado la forma
en que nos relacionamos, la forma en que consumimos, nuestros hábitos cotidianos, nuestra relación
con el trabajo, la política, la educación… en definitiva todas aquellas áreas en las cuales el ser humano
se desarrolla. Es por eso, que las reflexiones serán divididas por temas o áreas de la vida social.
Tales reflexiones no son producto de una investigación exhaustiva, sino más bien, un análisis de
la información y las acciones tomadas por los gobiernos de cada país que se encuentran disponibles
mediante periódicos, columna de expertos, programas de radio o televisión de nivel local, regional
o mundial.
Para ello se utilizará la metodología de la pregunta que nos hacemos a diario, desde las más simples
hasta las más complejas, con respuestas que pueden llevar hacia un ensayo del futuro y posibles
consecuencias.
Capitulo I
Salud
El disparador de esta situación ha sido el desarrollo de una pandemia que ha afectado a la mayoría
de la población mundial de diferentes maneras. Por esa razón se considera hacer la primera reflexión
vinculada a la salud y la sustentabilidad sanitaria. En ese sentido cabría hacerse una serie de preguntas,
algunas de respuestas que pueden ser simples, algunas que pueden ser más difíciles de resolver.
En primera instancia me pregunto ¿ha sido bien gestionado el desarrollo de la pandemia por las
autoridades internacionales y nacionales?, ¿socialmente hemos gestionado bien esta situación sanitaria?,
¿es probable que el capitalismo y el individualismo afectara el manejo de la pandemia?, ¿estábamos
preparados socialmente para un evento de este tipo?, ¿qué responsabilidad han tenido los medios
de comunicación masiva y las redes sociales en el manejo de la información y la postura social sobre
el tema?, ¿es posible que la pandemia haya derribado una serie de paradigmas incuestionables
hasta este momento?
En principio, y a modo general, considero que no ha habido una buena gestión de la pandemia.
La falta de información científica de calidad ha sido una constante durante todo el episodio. La
investigación científica no se convirtió en un objeto o mecanismo de combate efectivo para el bien
internacional, sino que por contrario, la ciencia se convirtió en un medio para desarrollos comerciales
(vacunas, medicamentos) y para la lucha por posicionamiento de los países potencia. Por tanto,
el desarrollo de vacunas o tratamientos se convirtió en una carrera entre potencias mundiales como
EEUU, China, Alemania, Rusia como lo fue en su momento la carrera armamentística durante la
guerra fría. En ese sentido se ha podido ver cómo cada una de estas potencias decidieron tomar
sus propios caminos de combate de la pandemia, muchas veces desoyendo las propuesta de la
OMS quien se supone que es el órgano rector mundial en estos asuntos. Algunas consecuencias
de esta carrera sanitaria-comercial han sido la permanente contradicción en la información hacia
la sociedad, se desacreditó casi totalmente a la OMS como institución investigadora, presidentes
que han dicho en forma oficial la conveniencia de consumir determinados medicamentos mientras
sus propios expertos lo contradecía (EE.UU), presidentes diciendo que se trata de una simple gripe
(Brasil) presidentes que se desdijeron en cuestión de días (Gran Bretaña), hasta presidentes que
aprovecharon la oportunidad para desacoplarse en materia económica y financiera. La gestión de
la pandemia pone en juego la vida de muchas personas, ya sea por su situación sanitaria, como
por su situación laboral, económica y social. Las decisiones políticas nunca antes tuvieron un impacto
tan directo e inmediato en la vida social y económica de las personas. Aún así, y como valor positivo,
rescato que tal caos informativo empujó al conjunto de la sociedad a comportarse de una manera
individual. En cierto sentido esto trajo consecuencias positivas y negativas. Las negativas serán
desarrolladas en otro punto, pero me interesa en este punto desarrollar aquellas consecuencias
positivas. Como decía, el caos informativo empujó a parte de la sociedad a llevar a cabo una práctica
milenaria, que hasta se podría decir que se encuentra en nuestra genética, encerrarse en su “cueva”.
Es decir, ya que la información no es clara, mejor me confino y espero a ver cómo se desarrolla
esta situación. Este mecanismo de protección tan rudimentario pero efectivo para una pandemia
de esta características permitió que en ciertos países el impacto fuera relativamente inferior de lo
que podría haber sido si se hubieran seguido las líneas de acción de sus líderes (México y Brasil en
su primera etapa).
La pandemia ha dejado de lado el tratamiento de otras enfermedades, postergación de cirugías
y una cantidad de consecuencias sanitarias que son imposibles de calcular. En Uruguay por ejemplo,
el sistema sanitario ha funcionado casi en su totalidad con la finalidad de contener el avance de la
pandemia. En ese sentido, varios especialistas médicos han denunciado el hecho con sus posibles
consecuencias a medio y largo plazo.
La salud mental ha sido otro de los temas centrales. La falta de certezas, la desvinculación
laboral, educativa y social ha generado muchas depresiones tanto de adultos como de niños. El grupo
de los adultos mayores ha sido uno de los más castigados por la pandemia. Se trata de un grupo
que es especialmente vulnerable a este virus, lo que implica un mayor aislamiento de sus coetáneos
como de sus familias.
La tasa de suicidios -siempre difícil de saber con exactitud- ha aumentado drásticamente, no necesariamente
por los efectos del virus (esencialmente respiratorio) sino por todas sus consecuencias sociales:
desempleo, quiebra de empresas, aislamiento social, incertidumbres masivas.
En suma, esta experiencia cíclica de la pandemia, no hizo más que desnudar la falta de preparación
como sociedad, las faltas de inversión en los sistemas de salud, la precariedad para el manejo
de la información tanto a nivel oficial como en los medios de comunicación en general.
Comentarios
Publicar un comentario