Pocas cosas quedan por decir de Luis Suárez como futbolista. Pero, a lo largo de este texto, intentaré decir algo que me parece valioso rescatar y de lo poco que se ha hablado. Luis ha demostrado a lo largo de su carrera como jugador que ha tenido infinidad de características loables para un jugador en su posición: ambición. espíritu de lucha, resiliencia, competitividad y deseo enorme de superarse cada día.
No se le puede discutir que en cada partido se deja el alma en la cancha; lucha, presiona, y empuja a sus compañeros a dar el máximo de sí mismos. Ha sabido ser competitivo durante la época de oro de monstruos del fútbol como Messi o Cristiano, y aún en los mejores años de éstos logró arrebatarles dos botas de oro; lo que ningún otro delantero logró hacer en 10 años. En su corto paso por Barcelona (6 años en una carrera de 16) logró ubicarse como tercer máximo goleador histórico del club catalán.
Pero más allá de sus títulos, registros personales y toda una historia personal que bien podría ser contada en una película, me parece valioso rescatar un costado poco visto.
Toda esa capacidad de cálculo intrínseca que acompaña su carrera le ha permitido hacer goles de factura al alcance de pocos. Uno de ellos, el gol que le marca al R.C.D. Mallorca en su última temporada jugando para el FC Barcelona y que muy bien describen en el programa “El día después” en su video “No traten de entenderlo”, es una demostración muy gráfica de su potencialidad en ese sentido. Analizando el gol en detalle y aprovechando las repeticiones en “slow motion”, se puede ver claramente que Suárez tiene toda la intención de lograr lo que finalmente ejecutó. Su gesto facial y la altura que levanta la pierna, son una demostración de que ese era el resultado que él pretendía. Con esto quiero aclarar que en ese movimiento no hay nada librado al azar, sino que por el contrario, se trata de la ejecución de una acción con un excelente cálculo previo. Por otra parte, esa misma habilidad siempre ha estado al servicio del equipo y sus compañeros, porque esa misma capacidad la puso en práctica para dar infinidad de asistencias y pases a compañeros de todos los equipos a lo largo de su carrera.
Otra muestra de dicha capacidad, es el uso de ambas piernas para definiciones de alta precisión y sutileza, así como golpeos y goles de muy larga distancia. Los tiros libres, así como los penales, han sido parte de su repertorio a lo largo de su carrera. Muchos de ellos ilustran qué significa desafiar a la física.
Luis Suárez ha sido y seguramente es, uno de los delanteros más grandes de la historia del fútbol. Lo demuestran sus más de 500 goles oficiales e infinidad de asistencias en variados equipos de variadas ligas. Quienes compartimos su nacionalidad, hemos estado orgullosos de cómo nos ha representado en el mundo no sólo con su fútbol, sino con su pasión y su humildad para ponerse al servicio de un bien colectivo.
Su genialidad en el campo de juego sólo nos la arrebatará la tiranía del tiempo. Pero su marca, su sello como futbolista perdurará, y, sin duda, serán referencia para generaciones futuras de delanteros amantes del gol.
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