A día de hoy Uruguay está discutiendo una reforma de la seguridad social. Esta reforma propuesta por el gobierno genera (obviamente) mucho debate a la interna de la coalición, y por supuesto, desde la oposición. El motivo de la propuesta se basa en que el sistema es deficitario y que la trayectoria que se vislumbra hacia el futuro parece complejizar las condiciones de sostenibilidad de todo el sistema. Al menos, esas son las razones que aduce el gobierno para poner en marcha el proyecto de ley para reformar el sistema. La información que se divulga sostiene que actualmente la seguridad social implica un 11% del PBI y las proyecciones para el futuro son de un 14% si no se hace la reforma propuesta por el gobierno.
Pero realmente, ¿no deberíamos entender que es necesario un cambio de paradigma en la comprensión del instrumento? Todo lo propuesto, incluso en otros países (Francia) se basa en entender el sistema como “deficitario”. Desde mi punto de vista, es necesario soluciones creativas, distintas a lo que venimos haciendo desde hace siglos.
Primero, debemos entender que lo volcado en la seguridad social no es un agujero negro donde desaparecen esos 11 puntos del PBI, sino más bien, una transferencia que se inserta en la economía real, genera actividad, servicios, productos, y hasta innovación. Se encuentra en crecimiento el concepto de economía plateada o economía de las canas. Ya se sabe que esta representa un alto porcentaje (30% aprox.) de la economía en el mundo. Para satisfacer las necesidades de todo ese mercado de jubilados o pensionados pueden generarse infinidad de servicios vinculados al cuidado, entretenimiento, deportes, turismo e infinidad de productos específicos para esa franja etaria. Entonces, ¿por qué creer que el sistema de pensiones es deficitario?
En segundo lugar, ¿podemos plantear un modelo en que las empresas extranjeras que se instalen en zonas francas (papeleras, etc) paguen un canon de un 1% o 0,5% que vaya directamente a caja de seguridad social? Supongo que debe ser tan sencillo de hacerlo, pero por qué no pensar en un modelo en que quienes aprovechen las ventajas de nuestro territorio nos paguen un “alquiler” a través de ese mecanismo.
Para eso debemos dejar de negociar desde la desventaja. Salir de esa posición de que nosotros no tenemos nada que dar…. José Gervasio Artigas ya había dicho “no venderemos el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”. En esa frase conviven dos ideas antagónicas, el rico patrimonio, y por otro lado, la necesidad. El rico patrimonio es bastante evidente, si Uruguay fue un territorio de disputa por dos de los mayores imperios (portugues-español) durante por más de un siglo, es porque algo tiene este territorio que cotiza muy bien en el mercado. Y eso que estoy diciendo sucedió hace casi 300 años. ¿Qué nos pasa que no podemos ver lo mismo 300 años después? La empresa UPM se instaló en Uruguay, y no lo hizo de manera aislada, sino que por el contrario siguió expandiéndose. Más allá de que hubieron políticas de Estado específicas para este tipo de industrias, ¿por qué será que eligieron este lugar del mundo? ¿Será que tenemos condiciones valiosas para ese tipo de industrias? ¿Será que tenemos un clima acorde? ¿Será que tenemos condiciones políticas y jurídicas que los impulsa a dar esos pasos? ¿Será que tenemos un capital humano apto y disponible para asumir esos desafíos? Bueno señores y señoras, todo eso tiene valor de mercado que debe ser comprendido fundamentalmente por nosotros mismos. ¿Estas empresas encuentran en nuestro países vecinos las mismas condiciones, seguridad jurídica, estabilidad política, capital humano, condiciones medioambientales? Para ser más ilustrativo, ¿pueden los eucaliptus crecer en el desierto de Atacama? ¿Puede Bolivia y Paraguay ofrecer puertos de salida hacia el océano Atlántico? ¿Puede Argentina ofrecer seguridad jurídica y estabilidad política? ¿Pueden todos estos países ofrecer altos estándares de calidad en los servicios internet, luz eléctrica, agua corriente y otros servicios esenciales en todo el territorio?
Así como vengo describiendo las condiciones favorables de Uruguay para un tipo de industria como la celulosa, es probable que las condiciones sean igual de buenas para otro tipo de industrias o negocios. Insisto con la idea, eso tiene un valor de mercado y hay que aprovecharlo. Por tanto, las condiciones a todas estas empresas que puedan llegar (a las que ya están no porque sería cambiarle las reglas de juego) ¿no sería bueno que además de ofrecerle una batería de beneficios fiscales, tengan que hacer alguna contribución que vaya directamente a las cajas de la seguridad social? Entiendo que no sería nada grave ni tan determinante para empresas que facturan mucho, pero sí daría solución a un problema determinante en un país con baja densidad demográfica. En fin, no creo que la solución sea lograr una mejor ecuación para calcular las pensiones, sino que la clave sería entender que debemos cambiar el tipo de ecuación que utilizamos, crear una nueva, una que se adapte a nuestra particularidad territorial, idiosincrática, demográfica, etc.
Si Noruega tiene el fondo soberano más importante del mundo, y éste sostiene la seguridad social de ese país a partir de los yacimientos de combustibles fósiles, ¿por qué no hacer lo mismo con aquellas empresas que explotan nuestro territorio para otro tipo de producciones que pueden ser también muy importantes en el mercado?
En tercer lugar, un porcentaje del IVA (opcional y solo para aquellos que lo prefieran) puede ser una posible solución para la mejora del sistema. Hoy día disponemos de la infraestructura tecnológica para poder hacer ese tipo de cuentas diferenciadas o personalizadas. Esto era inviable 20 años atrás, pero hoy, con la digitalización y el acceso a la información de cada persona al alcance de un click, parece bastante viable. En este caso el IVA puede funcionar como una especie de “cuenta de ahorro” personal que vaya directamente a su caja personal de la seguridad social. Es más, se podría crear un sistema donde la persona interesada pueda dar de baja o de alta a su propio aporte extra a través del IVA teniendo en cuenta los vaivenes de cada momento de la vida económica del sujeto.
En cuarto lugar sería importante incluir la variable inmigración. ¿La inmigración no podría ser una respuesta de mediano plazo para Uruguay? Una política fuerte de incentivos para inmigración puede ser una solución más dentro de un pool de políticas orientadas a la mejora de la sostenibilidad del sistema previsional. Para eso, deberíamos dejar de pensar desde la escasez y pensar de manera expansiva. Uruguay por todo lo descrito en puntos anteriores, puede generar condiciones atractivas para las empresas, pero también puede ser igual de atractivo para la persona jurídica que intenta desarrollar su proyecto de vida.
La migración tiene la particularidad de que se da en ciertas franjas etáreas. Esas franjas etáreas son las que comprenden la edad reproductiva y etapa productiva o de mayor impulso de crecimiento personal. En ese sentido, hay que pensar esa posibilidad como una fuerte línea de acción, ya que de alguna manera puede resolver más de una dimensión de la seguridad social: los aportes y la reproducción (tasa de reemplazo). Muchos de los países europeos se han valido de este instrumento por décadas para sostener sus sistemas previsionales, ¿por qué no hacerlo en Uruguay con la ventaja del “diario del lunes”?
En quinto lugar debemos tener en cuenta que los sistemas demasiados solidarios o de mayor reparto del capital son excluyentes. Parece una contradicción, ya que por lo general se utiliza la solidaridad para hablar de inclusión, pero en este caso puede ser excluyente, porque al que tiene las condiciones para lograr más o han acumulado más recursos y capital los expulsa, o al menos, los interpela. Un ejemplo que ilustra esta idea es el movimiento de grandes empresarios de Argentina hacia Uruguay. Parte de esa decisión que toman está vinculada a las condiciones asfixiantes en términos tributarios que lleva adelante Argentina como política económica. La seguridad siempre tiene un alto componente de solidaridad. En la mayoría de los países tienden a ser distributiva y solidaria (excepto en aquellos países ultra capitalistas). Pero esa solidaridad o disposición para la distribución de los recursos tiene un límite, y a su vez, es esperable que así sea. En términos generales, es probable que a nadie le moleste “repartir” un poco de lo que tiene si entiende que es necesario para ayudar a otros, pero sí creo que a nadie le gusta que le repartan todo lo que ha logrado con su trabajo a otros que no han hecho algún “esfuerzo” para ganarse ese derecho.
Consideraciones finales. La Seguridad Social es una política muy practicada y necesaria para cualquier sociedad del mundo. Debemos tener en cuenta que se trata de un instrumento de redistribución complejo, no por las ecuaciones que se aplican para llevarla adelante, sino porque se trata de una política que toca fibras profundamente humanas. Actúa sobre las emociones humanas más profundas: el egoísmo, la solidaridad, las ideologías políticas por la que estamos atravesados, y todos aquellos sentimientos más luminosos o más oscuros del ser humano. Desde esa perspectiva debe ser abordada esta política. Siendo la dimensión economicista sólo una de las que deben tenerse en cuenta.
En suma, la solución al “problema” de la Seguridad Social debe contemplarse desde las perspectivas de: derechos humanos, salud, economista, sociológica y otras…… Sólo de esa manera puede ser entendida como una política más completa, abarcativa y justa.
Comentarios
Publicar un comentario