La reflexión que se desarrolla en las siguientes líneas se realiza en el marco de lecturas vinculadas a la didáctica en una institución educativa a partir de textos que analizan el rol del docente y el currículum. Estas lecturas son: “La cultura bárbara” de José Pedro Barrán, “La escuela y la política del currículum oculto” de Henry Giroux. A lo largo de la reflexión se pretende encontrar los puntos de contacto entre las propuestas de los autores mencionados y finalmente, llevar adelante una reflexión propia acorde a las ideas propuestas.
El primer texto leído fue el del “maestro verdugo”, incluido en la lectura de Barrán sobre “La cultura bárbara”1 que trata de explicar cómo en la educación habían existido prácticas docentes con un perfil de “verdugo”. Michael Foucault en su libro “Vigilar y castigar”2, ya había hecho una investigación histórica acerca del castigo físico como método de uso frecuente en la educación para cambiar malos hábitos y generar cambios en el comportamiento. A lo largo de la historia y por diferentes razones esas prácticas han caído en desuso, aún así, el concepto de “maestro verdugo” se puede continuar aplicando en la actualidad a través de nuevos métodos. Los métodos utilizados por el “maestro verdugo” actual, están asociados a una mala calificación, la indiferencia, o sencillamente provocar y/o facilitar la desvinculación del estudiante del ámbito escolar e institución educativa.
Todos éstos métodos de castigo, ya sean los antiguos como los actuales, permiten al docente ejercer el poder dentro del aula. Éstos métodos en definitiva, tienen como finalidad “crear” un modelo de estudiante, un modelo de “hombre”, que lógicamente se renovará en cada momento histórico y con las necesidades sociales de cada época.
Por otra parte el autor Henry Giroux, a través de su trabajo “Teoría y resistencia en educación”3, propone que la institución educativa cuenta con un “currículum oculto” que tiende a reproducir y legitimar el orden social y cultural existente. Los grupos de poder a través de variadas líneas de acción se “imponen” en las prácticas pedagógicas, en los currículums, y en definitiva, en el aula; para este autor resulta obvio que no es posible hablar de una educación políticamente neutral, y así es, que se logró que las escuelas fueran ahora vistas como instituciones políticas ligadas a problemas de control en la sociedad dominante. Para Giroux la institución educativa no puede ser analizada separada de su contexto socioeconómico, está políticamente involucrada en la construcción de significados y subjetividades, y las prácticas en el salón de clase son construcciones sociales basadas en supuestos normativos y políticos específicos.
Foto de Tatiana Syrikova: https://www.pexels.com/es-es/foto/creativo-escritorio-nina-mono-3933033/
Habiendo visto las posturas y los temas tratados por cada uno de los autores, y luego de una larga reflexión acerca de ellos, he llegado a la conclusión de que uno de los puntos de conexión entre cada una de las propuestas es la existencia de un “currículum oculto”. En cada propuesta conceptual de los autores mencionados y tratados, se encuentra una base paradigmática que cada uno de ellos considera como una verdad incontestable e intenta “imponer” con las respectivas fundamentaciones. Con eso no quiero decir que sus posturas no sean válidas, o las reflexiones a las que han llegado no tengan un valor en sí mismo para la construcción de una educación mejor, sino que esas posturas, al igual que otras a lo largo de la historia, tienen una base paradigmática que intenta imponerse.
Desde mi punto de vista, el currículum oculto ha estado siempre presente en la educación. Tanto el modelo instrumental, como el crítico, incluso el conocimiento por el conocimiento mismo tienen detrás un paradigma, un modo de pensamiento que se trasluce a través de la práctica; son diferentes caras de la misma moneda. Tal es así que tanto el iluminismo, como la postura crítica, se nos impone, a veces en forma solapada, otras veces no tanto; pero, en definitiva, se tratan de modelos de pensamiento que se encuentran en pugna permanente que buscan imponerse y ser hegemónicos. A mi criterio, es algo que a estas alturas no debe sorprendernos y supongo que se trata de una práctica inherente al ser humano, que detrás de cada acción siempre hay una intención (aunque sea inconsciente) de llegar a determinado fin.
A modo de ilustración de lo expuesto anteriormente, se podría decir que hoy en día a los estudiantes de docencia, y en muchos casos a los estudiantes de secundaria, se nos impone un paradigma educativo con base crítica y constructivista como el modelo de lo “bueno”, y por consiguiente tomando el modelo instrumental como lo “malo” o el modelo a “no seguir”. Esa postura crítica, es al menos, cuestionable. El ex presidente Mujica, en reiteradas ocasiones ha dicho que en América nos hemos preocupado por desarrollar las artes y la palabra, mientras que la lógica de los países industriales ha sido el desarrollo del saber técnico instrumental. Es por eso que durante su mandato puso énfasis sobre la educación técnica y especialmente sobre la UTU, donde se han logrado esos grandes cambios de paradigma. La UTU incluye dentro de su oferta una serie de cursos asociados con áreas de ciencia, robótica, cursos de fibra óptica, turismo, lechería, etc. que claramente intentan hacer caso a la “demanda de la mano de obra calificada”. Esta es claramente una postura instrumental asociada a las necesidades empresariales.
Ahora me pregunto, ¿sería justo tratar a la educación instrumental como una educación no liberadora? ¿Qué es una educación liberadora y crítica? Considero relevante preguntarse ¿es liberador enseñar posturas críticas y no dar “herramientas para la vida”? Me parece necesario reconocer que en determinadas capas socioeconómicas están ávidos de “herramientas para la vida” que les permitan alcanzar algunos logros materiales indispensables para el desarrollo del espíritu. Parafraseando a Marx, las condiciones materiales condicionan el mundo espiritual, por lo tanto ¿no cabe preguntarse si en ese caso una educación instrumental no es liberadora?
El refrán popular dice “panza llena, corazón contento”. Entonces, no se trata de desconocer la importancia de una postura crítica, sino más bien, comprender que tal vez, existan diferentes estadios; que las condiciones en las cuales nacemos y crecemos nos ponen como punto de partida en un estadio u otro. Por lo tanto, las necesidades de quien nace en un barrio de clase alta no serán las mismas de quien nace en un barrio pobre. Su concepto de educación liberadora tendrá otras connotaciones. Desde ese lugar, hablar de liberación en términos genéricos sería una gran injusticia. Mientras en la Grecia clásica quienes podían hacer filosofía -seguramente- tenían como meta adquirir mayor conocimiento y comprensión de la vida, del hombre y del mundo, y seguramente, para ese hombre la filosofía podía ser liberadora. Pero para aquel hombre que era un esclavo, el concepto de liberación estaba asociado a la sencilla razón de ganar su libertad física. Pocas posibilidades tenía ese hombre de pensar en la retórica, la ética, la poética y demás. Entonces, es posible comprender que en algún punto todos tenemos la necesidad de “someternos” a un tipo de trabajo, organización, postura empresarial o sistema; de alguna manera eso nos asegura la subsistencia y muchas veces alcanzar objetivos asociados con aspectos materiales más que espirituales.
Tomando como ejemplo mi propia experiencia, reconozco que no tengo las mismas necesidades que he tenido antes, tampoco me siento en el mismo estadio intelectual. Hoy mis necesidades están más asociadas a la liberación de conciencia, y ciertamente, una postura más crítica del mundo porque el propio derrotero de la vida me ha llevado a esa postura, pero la misma conciencia de eso me hace entender que tengo también una visión crítica de la crítica misma.
Podemos determinar entonces, como educación liberadora, aquella que permite al hombre que se supera a sí mismo, sus propias barreras y su estadio actual, a nivel micro, personal. Esas superaciones pueden tener connotaciones intelectuales o materiales dependiendo del caso. Quizá el objetivo más inmediato no sea enfrentarlo al mundo, sino que supere y amplíe “su mundo”.
La libertad como tal, radica en ampliar el espectro de posibilidades que le permitan al individuo tener un grado mayor de autonomía, que las posibilidades de determinar su camino y su destino dependan en mayor grado de sus decisiones, basados en su historia, sus expectativas, en el logro de sus objetivos, y la posibilidad de reproducir los modelos elegidos para sí mismo.
Foto de Julia M Cameron: https://www.pexels.com/es-es/foto/nina-internet-sentado-jugando-4144041/
Consideraciones finales
La docencia es una tarea esencialmente humana, en la que entran en juego las subjetividades de quienes participan y los objetivos de cada actor participante. Es un desafío alinear los objetivos propios del estudiante y el maestro hacia un fin común. Ser consciente de los diferentes puntos de partida de nuestros estudiantes nos abre un panorama que nos ayuda a comprender mejor sus necesidades. Por esta razón, se nos impone construir las prácticas docentes de forma cotidiana en estricta relación con nuestros estudiantes, con “independencia” de paradigmas educativos y dando protagonismo a la práctica cotidiana y contextual como modelo práctico a seguir. Por tanto, es conveniente dudar de todo; que la mirada crítica vaya en todos los sentidos, incluso hacia la crítica misma.
3. H. Giroux, Teoría y resistencia en educación, 1992
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